Tradicionalmente, el Primero de Mayo, los trabajadores del mundo reciben sus mejores deseos para lucha por parte de organizaciones de todo el planeta. Muchas de ellas les recordarán la lucha por la jornada laboral de 8 horas, que condujo a los trágicos eventos de 1886. Este Primero de Mayo, además de con salutaciones revolucionarias, nos gustaría empezar con unas cuantas palabras sobre las otras cosas por las que luchaban las personas que perdieron sus vidas tras el incidente de Haymarket.
Los discursos del juicio de los mártires de Haymarket fueron puestos por escrito y nos muestran que éstos eran hombres de ideales que fueron mucho más allá de simplemente la lucha por mejorar las condiciones de trabajo. Louis Lingg explicó que “Anarquía significa ninguna dominación y ninguna autoridad de un hombre sobre otro”.
La idea es muy básica para los ideales del anarquismo. Que todo el mundo debería ser libre e igual. Pero esta igualdad no es la pseudo igualdad de las clases burguesas, que normalmente definen esta palabra como un derecho igual de voto a un representante electo. La verdadera igualdad, en nuestra tradición, se expresa por la idea de que las divisiones producidas por la riqueza o el acceso a los recursos naturales han de ser destruidas y debe tener lugar una redistribución. Que “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad” sea la ética, no la ley del mercado o la idea de que alguien merece más por el hecho de haber nacido en mejor posición. Verdadera igualdad es también la idea de que no hay jerarquías, ninguna persona o grupo de personas que domine a otros. Históricamente, la dominación se apoya en factores tales como la riqueza heredada, el acceso a los recursos o vivir en un grupo más amplio y dominante. La visión anarquista aspira a darle la vuelta a todo esto. Por lo tanto, no aceptamos la lógica de las democracias burguesas y no aceptamos las formas actuales de dominación que encontramos.
El anarcosindicalismo es una idea que procede de la tradición anarquista. Contempla la necesidad de que las organizaciones obreras lleven a cabo una lucha de clases. Pero no se limita a esta idea. Históricamente y también hoy día, el anarcosindicalismo es asimismo la lucha por el comunismo libertario y por una sociedad auto gestionada que rompa con todas las jerarquías y se transforme en una sociedad de iguales.
Antes de que empezara a usarse el término anarcosindicalismo, la idea de un tal movimiento sindicalista revolucionario basado en los ideales anarquistas ya había nacido hacía mucho tiempo. El experimento de la Primera Internacional falló porque los anarquistas rechazaron la idea de que fuera necesario transformar el estado en un estado obrero y de que el Partido jugara un papel en el movimiento revolucionario de los trabajadores. La escisión que tuvo lugar mostró un conflicto permanente entre las metas de nuestros movimientos libertarios y las de los estatistas.
La experiencia de la Primera Internacional mostró que necesitamos una federación de organizaciones cuya revolución no sea la del Partido y el Estado Obrero, sino la revolución de los trabajadores por su propia auto gestión, en el marco de una sociedad comunista libertaria. Por esta razón, una serie de sindicatos revolucionarios rechazaron unirse a los Soviets y a quienes proponían los modelos del Marxismo-Leninismo a principio de los años 20 y, por el contrario, formaron la Asociación Internacional de los Trabajadores en 1922.
Las ideas revolucionarias de esta asociación continúan vivas hoy día. La AIT aspira a crear un modelo de sociedad sin estado. Los estatutos de la AIT dicen lo siguiente:
“...la meta del sindicalismo revolucionario no es la conquista del poder político, sino la abolición de todas las funciones del estado en la vida de la sociedad. El sindicalismo revolucionario considera que, junto con la desaparición del monopolio de la propiedad, debe llegar la desaparición del monopolio de la dominación; y que ninguna forma de Estado, por muy disfrazada que se presente, puede ser nunca el instrumento de la liberación humana sino, al contrario, siempre será creadora de nuevos monopolios y nuevos privilegios”.
…
“El sindicalismo revolucionario tiene una doble función: llevar adelante la lucha revolucionaria cotidiana por el avance económico, social e intelectual de la clase trabajadora dentro de los límites de la sociedad de hoy en día, y educar a las masas para que estén preparadas para gestionar independientemente los procesos de producción y distribución cuando llegue el momento de tomar posesión de todos los elementos de la vida social”.
En los años en que los anarquistas han luchado por este ideal, hemos sufrido muchos ataques pero también muchas otras pruebas a nuestras convicciones. Los mártires de Haymarket se enfrentaron a su muerte desafiantes, manteniendo sus ideales hasta el final, tal como hicieron los miles de compañeros nuestros que murieron en la lucha o en las manos represivas de los Bolcheviques, los fascistas y el estado. No debemos nunca olvidar la pasión con la que estos héroes y heroínas lucharon para vivir en una sociedad de personas libres e iguales.
También debemos recordar que, a lo largo de nuestro camino, nos hemos enfrentado muchas veces con tentaciones de enredarnos en la “política real” o en métodos posibilistas. Algunas organizaciones abandonaron los principios de nuestra organización para ir en otra dirección. Ha habido también situaciones en las que algunos han sentido la necesidad de trabajar dentro del estado y algunas organizaciones se han escindido varias veces por causa de este tema. A pesar de estas pruebas y tribulaciones, la Asociación Internacional de los Trabajadores mantiene su carácter revolucionario y anti autoritario.
¡Deseamos a toda la gente trabajadora que lleva estos ideales en su corazón y en sus actos, un feliz Primero de Mayo!